Este fin de semana lo he pasado en Villanueva de Gállego, donde se ha celebrado por tercer año consecutivo un encuentro de malabares. A él acuden brillantes artistas de todo el mundo y el pueblo lo agradece, porque trae música, color, movimiento y, por qué no, también dinero.
En El Periódico de Aragón lo explican así:
Malabares por las calles
Villanueva de Gállego se ha convertido este fin de semana en lugar de reunión de cientos de artistas de circo, que han animado la población con sus habilidades.
Son las 10 de la mañana y en el bar Abarral, de Villanueva de Gállego, jubilados y obreros observan a través de la ventana a las gentes que, desde el viernes, inundan sus calles de música y color. Manuel Gutiérrez los señala y dice: "Son los malabaristas de Zaragoza, aunque algunos incluso vienen de Latinoamérica, pero ya es como si fueran de aquí". Y es que, por tercer año consecutivo, Villanueva vive este fin de semana un encuentro nacional de malabares al que han asistido alrededor de 250 personas de toda España y de otros países del mundo. "Lo que no entiendo es cómo se atreven a venir, ¡con el frío que hace!", exclama Manuel. La noche anterior la temperatura bajó hasta los 4 grados bajo cero. Los malabaristas han dormido en la escuela municipal y en el Centro Cívico. Los más valientes --o los que se habían quedado sin sitio-- en tiendas de campaña e incluso dentro de los coches, que han amanecido cubiertos de escarcha. Nada mejor que un chocolate caliente, un zumo y un par de galletas para comenzar el día y hacer lo que más les gusta: malabarear, tal y como ellos lo llaman.
TAMBIÉN TRAPECISTAS
Una vez renovadas las fuerzas perdidas en la fiesta de la noche anterior, las calles se llenan de pelotas, mazas, aros, diábolos, monociclos, cariocas, bastones y palos chinos. Antonio Mínguez, vecino de Villanueva, lo observa todo con cierto miedo: "A mí que no se me acerquen con esos cacharros, no vayan a sacarme un ojo". Y añade que le parecen unas actividades "preciosas", siempre y cuando "cuente uno con la suficiente habilidad". Habilidad la de los más pequeños, que no dudan en lanzar los malabares al aire para, después, cubrirse con las manos la cabeza porque no saben donde caerán.
Pero lo que más les gusta a los niños de Villanueva de Gállego es el taller de globoflexia. Un par de globos, un par de pulmones y un poco de imaginación son suficientes para fabricar mil y una figuras de animales, flores, sombreros, espadas... lo más curioso es ver como, al final, son los adultos los que mejor se lo pasan, luciendo sus atuendos de plástico inflado por las calles.
En el polideportivo municipal mandan las artes pesadas, aunque bien ligeras. Trapecistas y equilibristas escalan por las denominadas telas aéreas, crean torres humanas y desafían a las alturas con movimientos imposibles. Los espectadores, abajo, asisten atónitos, se tapan los ojos y suspiran cuando, finalmente, sus pies tocan el suelo.
Pero en el mundo del circo no todo es tensión y siempre hay espacio para el humor. En esta ocasión las risas vienen desde León a cargo del grupo de circo Los Supernenes. Sus tres componentes se definen como circofrénicos, porque no pueden "dejar de pensar en el circo", una colorida y armoniosa enfermedad que sufre también parte del pueblo, que con sus malabares se une a la fiesta. Y es que Villanueva de Gállego también es circofrénica. Al menos este fin de semana. Y quién sabe si también el año que viene.